Dulces de carnaval, vino en taza y encuentros gastronómicos
Hoy es 4 de marzo de 2022. Hace tres días me despedí de A Coruña.
De los paseos junto al mar, de las recetas del siglo XIX, de la visita al club de lectura, de los cafés con escritores, periodistas, vagabundos, sommeliers y peregrinas. Me despedí de San Antón, de San Nicolás y de María Pita entre tambores. También escondí 3 secretos, cosas que comí y me costarían el carnet de gastrónoma. Digerí la comida, la escritura, y abracé muy fuerte a la Residencia 1863 de Yolanda Castaño, deséandole que le vuelva incrementado tanto bueno como da.
Aprovechando la oportunidad es estar allí, preparé material sobre Galicia y sus platos. Por ejemplo, sobre los dulces de Entroido, el carnaval gallego. En sí mismo, entroido o antroido, es considerado por los gallegos una festividad “que tienen mucho más de gallego que cualquier otra, como navidad.” Sin saber si a carnaval le hizo gallego la comida o si fue la fiesta la oportunidad que encontraron para comer de ello en abundancia, lo cierto es que febrero en Galicia, es sinónimo de cocido, filloas y orellas.
Las últimas, tienen hermanas contemporáneas. Las naleśniki de polonia o les orelletes de Lleida. Y mientras todo apunta a que la filloa surgió entre la relación celta de Galicia y Bretaña, sobre cómo y cuándo llegó a Polonia, necesitaremos dedicar un nuevo capítulo. En cuanto a las orelles, la preparación anisada, qué poco claro está de donde salieron y a dónde se dirigieron antes. Contadme, ¿habéis probado las unas o las otras alguna vez?
Para brindar, recopilé en un post la tradición del vino en cunca, es decir, en taza. Común en las décadas en las que abundaba el marinero, una tradición en extinción. Para mostrároslo, visité una tasca, que más bien parece la entrada a un mundo de fantasía, A Cunquiña, en A Coruña. En el post, encontraréis unos segundos de vídeo que seguro os ayudarán a entender a qué me refiero.
Por supuesto, durante el mes, a lo que más tiempo dediqué fue a vivir, a empaparme de la atmósfera, de sus librerías, sus bibliotecas. A inspirarme en la iglesia de Santiago, a tan sólo un par de calles, para el relato Cena de Peregrinos. Una jornada entre el orbayu, donde gracias a la cena comunitaria, cicatrizan mucho más que las ampollas.
Esta experiencia también me ha servido para darme cuenta de que quedan muchos espacios gastronómicos por explorar.
Por esa razón, a mi vuelta a Catalunya, me he puesto manos a la obra. El próximo 25 de marzo, organizo un encuentro de viajeros foodies (es necesaria una cuenta, sino la tenéis y estáis interesados escribidme o echad un vistazo al siguiente encuentro) para explorar puntos de encuentro y nuevas visiones.
De igual forma, estoy creando otro encuentro presencial para gastrónomos en Barcelona. Este último más enfocado a residentes en Catalunya con ganas de hablar sobre el panorama actual, formas de dotar de vida a la gastronomía, diferentes perspectivas (fotografía, escritura, literatura) y posibles soluciones a algunos de los handicaps actuales. Será la primera semana de Abril, el 7 o el 10, y si tenéis curiosidad podéis empezar por rellenar este formulario.
Hasta aquí la puesta al día de esta semana. Quedo a vuestra disposición para ideas, encuentros, eventos, escribir y comer, sobretodo para comer.
Laia Shamirian