La gente es muy pesada.
Muy pesada, muy ignorante, muy pain in the ass. Acepto que tiene que haber de todo pero lo que entiendo menos es porque el resto de la humanidad tenemos que aguantarles.
Por mi parte, ya he pedido perdón y lo seguiré haciendo, por cada ocasión en la que como si fuese un espejismo creía haber visto una versión de mí un poco menos ignorante, algo más sabia o incluso lo suficientemente completa como para ayudar a sostener algún discurso ajeno. Nada, ilusiones.
Es fácil de entender si lo comparamos con hacer pan. Cuando elaboramos ese regalo de los cielos, sabemos que por una taza de agua hacen falta 4 de harina. Y que sin esa harina, estamos muy lejos de tener un alimento completo. Pues el conocimiento que vamos adquiriendo es equivalente al vaso de agua.
Por sí sola, el agua es vital y apreciada, y podemos - casi diría que debemos - reconocer el valor de ese vaso de agua. Lo que ya no sería recomendable es que obtener, ser, ese vaso de agua nos hiciese creer que nos posiciona cerca de convertirnos en un alimento capaz de nutrir a toda la humanidad.
No, estimados, el vaso de agua por muy poético, puro o cristalino que sea, es incapaz de nutrir.
Creía que estábamos en Noruega
Sabéis ese señor de unos 60 años con un polo blanco que le dice al camarero - un morocho mucho más atractivo que él que chapurrea español porque hace sólo un mes que ha llegado a este trabajo - en tono condescendiente: bueno, qué pasa, no sabes hablar español, creía que estábamos en España.
A este señor el vaso de agua se le evaporó antes de media mañana. Y lo peor es que en Noruega, abundantes en el agua de mejor calidad de todo el mundo, también tienen este problema.
Cómo habréis adivinado, o habréis visto en twitter, estoy en Noruega.
Aún sigo un poco en shock, no lo voy a negar, con todo lo que he descubierto en dos semanas. Pero tal vez este aspecto es el que más ha despertado mi sensibilidad gastronómica social, hasta ahora.
Me encuentro en un pueblecito en los fiordos. En este pueblecito hay un sólo restaurante al que puedes ir a cenar y dónde se las están viendo y deseando para encontrar camareros y cocineros.
Un breve recorrido por los antecedentes que ocasionan estas dificultades. Para empezar desde que Noruega encontró petróleo tiene una economía muy fuerte. Tan fuerte que cada bebé nacido en Noruega recibe una prestación mensual de 300€ que sigue recibiendo hasta el día que acaba los estudios superiores, que puede ser a los 25 años. Además, todos los estudiantes cobran 18€ la hora libre de impuestos sea el que sea el trabajo que desarrollan.
En cuanto a los adultos, necesito más tiempo para poder haceros una buena fotografía social. Hay pobres, porque los hay, y personas con dificultades. Aún así, cobrar menos de 25€ la hora sería casi grotesco y es del todo improbable para un adulto.
Si queréis más detalles, tanto gastronómicos como sociales dadle like al post o decídmelo en los comentarios. Estoy pensando
Esto implica que hay muy pocas personas locales dispuestas a irse a un pueblecito perdido en los fiordos a trabajar por tarifas que rondan los 20€ la hora.
Con lo cual, os resultará familiar saber que quién ocupa estos puestos son los extranjeros. En el restaurante en concreto del que os hablo la plantilla la conforman principalmente gente de Latvia, Estonia, Polonia y Filipinas.
Algunos hablan noruego fluido y otros no.
En concreto, P. - la llamaré por la inicial porque siempre me ha parecido que otorga intensidad al relato - es de Polonia. Habla polaco, inglés y un perfecto español. Pero no, todavía no habla noruego y mucho menos lo va a hablar tras situaciones como estas.
El suceso, nuevamente familiar, fue tal que así. Había una mesa de señores y señoras que ser dirigían a P. en noruego. P. les explicó que todavía no habla noruego pero que haría lo posible para atenderles lo mejor posible. La respuesta de uno de los señores fue: ¿oh, pero es que no estamos en Noruega?
Efectivamente, y esa es exactamente la principal razón por la que no hay ningún noruego dispuesto a trabajar sirviéndote comida, porque estamos en Noruega.
La falta de visión, educación y el nivel de ignorancia de este cliente crea situaciones innecesariamente desagradables e incomprensibles. Si tuviese un mínimo conocimiento sobre las verdaderas circunstancias de su propio país, o de la cadena de trabajadores que hacen que llegue un plato a su mesa perdido en un rincón de los fiordos, probablemente lejos de sorprenderse, agradecería que hubiese alguien dispuesto a otorgarle un plato caliente después de una tempestad noruega.
Sin embargo no puede, porque su vaso está seco de cualquier conocimiento. Prefiere vivir en la total ignorancia, creer que es y forma parte de una noción de país que no existe, en lugar de aceptar que su hamburguesa viene de Japón y la ha cocinado un chico de Latvia mientras una filipina contestaba emails en la recepción.
No seáis como los señores, aunque no lleguéis a ser pan, por favor, mantened el vaso lleno.